lunes, 13 de junio de 2011

Los alemanes en la Antártida

Se dice que los alemanes nazis no fueron definitivamente vencidos, sino que se retiraron a la Antártida terminada la 2ª Guerra Mundial.
La obseción del Tercer Reich tuvo su continuidad en la Antártida.
Ya antes del inicio mismo de las hostilidades, los Directores Desconocidos decidieron poner a salvo al Tercer Reich y todos sus proyectos y su desarrollo científico mágico en las lejanas tierras antárticas de Neu Schwabenland (Nueva Suabia).

Luego de que Europa fue invadida por el comunismo-capitalismo, aún quedaban trabajos que completar y la enorme contienda sostenida por Alemania y por sus aliados tuvo por finalidad ganar tiempo para garantizar la creación y la seguridad de este “refugio inexpugnable”.

Miles de “colonos” seleccionados según sus capacidades fueron llevados a las tierras antárticas.
En “Mi Lucha” (Volumen II, capítulo 2: “el estado”), Hitler hace referencia de la necesidad de crear “colonias cuyos habitantes todos serán portadores de la sangre más pura y, al mismo tiempo, de gran capacidad. Será el más preciado tesoro de la nación. Su progreso debe ser considerado con orgullo por todos, pues en ellos está el germen de un gran desarrollo nacional y de la propia humanidad”.

Este proyecto, raíz y el fundamento del movimiento nacionalsocialista para la transformación y liberación del mundo y para la creación del Superhombre, vino a desarrollarse en la Antártida, consiguiendo crearse el ser espiritual gracias a la “nueva ciencia” y a la iniciación nazi.
Vamos ahora a indagar sobre una línea de investigación insinuada por diferentes trabajos y apuntada directamente por personalidades como Miguel Serrano que nos conduce a la Antártida como refugio del Último Batallón del Tercer Reich.

Las investigaciones alemanas en la Antártida descubrieron rutas antárticas ya a principios del siglo XX.
En 1938, con el Tercer Reich en el poder, los nazis enviaron numerosas misiones de exploración a la región antártica de Neuschwabenland.
La expedición del capitán Alfred Ritscher exploró una región de 600.000 km² y se fotografiaron más de 350.000 km², confeccionándose un mapa perfecto de la zona descubierta.
Los alemanes descubrieron una vasta región libre de hielo, además de lagos de agua templada, montañas de 4.000 metros de altitud y accesos a cuevas. De esta forma quedaba revisada 1/15 parte de la Antártida que Alemania reivindicaba como territorio alemán. Para reafirmar esta reclamación, dos aviones alemanes diseminaron cientos de banderas con astas especiales metálicas con la esvástica.

Entre numerosos descubrimientos se identificó la existencia de una gran cueva en el hielo bajo un glacial que se extendía a lo largo de un lago geotermal de agua templada; la Antártida, contrariamente a lo que se afirma oficialmente en la actualidad, no es únicamente un trozo de hielo glacial.

Varios equipos científicos se trasladaron a la Antártida incluyendo geólogos; zoólogos; botánicos; biólogos y muchos otros. El proyecto era totalmente secreto y en él estaban involucrados diversos departamentos del gobierno alemán.

Tras estudiarse los datos reunidos, el Tercer Reich elaboró en el máximo secreto un eficaz plan de acción que consistía principalmente en la construcción de un refugio subterráneo, conocido como Nuevo Berlín, o como “Base 211” (su nombre de código). Para ello se transportó material mediante barcos de carga provenientes de países no beligerantes; pero el material principal, cuyo origen era el Tercer Reich, llegaba principalmente desde submarinos.

Durante el curso completo de la 2ª Guerra Mundial la construcción y los proyectos nazis en la Antártida continuaron en el máximo secreto.

En 1940 el doctor Wohlwill, director del Instituto Alemán para el Metal solicitó a los técnicos alemanes especializados en metalurgia la elaboración de metales no ferruginosos destinados a soportar temperaturas inferiores a -60ºC.

La base Nuevo Berlín pudo ser construida en 4 años y en 1943, el almirante Doenitz, Jefe de Estado Mayor de la Kriegsmarine, realizó sus conocidas y enigmáticas declaraciones elogiando los trabajos de la flota submarina del Reich: “La flota submarina alemana está orgullosa de haber establecido un paraíso terrestre secreto, una fortaleza inexpugnable para el Führer en un lugar del mundo”.

En gigantescas factorías subterráneas los alemanes construyeron platillos volantes de la serie Haunebu.

Los ingenieros alemanes tenían el conocimiento y medios sobrados para construir en la Antártida algo igual a los edificios e instalaciones subterráneas alemanas del complejo Northausen, en el Harz y también el complejo Kahla en Thurmiringen.

La imagen típica de que es imposible sobrevivir en la Antártida no es cierta. La historia de las expediciones realizadas en el siglo XX es la prueba más elocuente de que un grupo pequeño de personas puede sobrevivir durante años enteros en estas regiones y además en situaciones más bien precarias. Sin la comodidad de los equipos modernos y las nuevas tecnologías de que disponían los nazis, los miembros de la primera expedición de Shackleton, cuyo coste no superó la modestísima suma de 45.000 libras esterlinas, vivieron sin mayores dificultades durante dos años (entre 1907 y 1909) en la Antártida.

Las posteriores expediciones secretas alemanas a Newschwabenland se llevaron a cabo desde puntos de desembarco en bahías al norte de las Montañas Hlig-Hoffmann.

Algunos investigadores afirman que simultáneamente a la Base-211 se construyó una segunda base secreta en un lugar situado en uno de los innumerables canales de la región de las islas del sur de Chile, la isla Friendship. Ese canal en donde está esta isla se llama Canal Ninhualac y esa isla es realidad es un islote, el cual se llama Islote Leucotón. Las coordenadas del Islote Leocutón son: 45º01'23,58" latitud S, 74º10'17,46" longitud O.

En la base antártica se produjeron las series de naves voladoras “Haunebu”. De la Haunebu-1 era una pequeña “embarcación”, la Haunebu-2 tenía un tamaño mayor y la Haunebu-3, algunos autores afirman que era una nave “nodriza”.

En abril de 1945 el último convoy de naves submarinas salió de Alemania con destino a la Antártida. Tuvo un completo éxito en el intento de escapar del dominio de los “Aliados”. En estos meses finales de la guerra y en los inmediatamente posteriores a la derrota, en los cielos de Europa se dieron numerosos avistamientos de naves y formaciones de OVNIs. El último convoy submarino procedente del Tercer Reich consiguió en el Atlántico Sur una victoria total sobre las fuerzas “Aliadas” que intentaban detenerlos. La documentación sobre este acontecimiento continúa clasificada.

Un extraño suceso el 26 de septiembre de 1946 hizo reaparecer a un submarino de guerra alemán en el Atlántico Sur cuando detuvo a una embarcación ballenera islandesa llamada Juliana para solicitarle provisiones. Mientras eran transvasadas, el comandante del submarino alemán pagó en dólares por la mercancía y entregó una prima a la tripulación. Además indicó al capitán dónde podían hallar bancos de ballenas, cosa que los tripulantes del Juliana llevaron a cabo con éxito, capturando dos cetáceos. La noticia fue recogida por la prensa.

Días después el gobierno USA anunció la intención de ir a la Antártida y el Departamento de la Marina americana informó que el almirante Richard Byrd, estaba organizando una expedición. La operación denominada High Jump iba a estar formada por numerosas unidades navales, entre ellas dos portaaviones y 4.000 marines. Semanas más tarde se unen a la expedición americana barcos de hasta ocho naciones distintas. Enjambres de aviones equipados de radares y localizadores termomagnéticos sobrevuelan las costas heladas de la Antártida. Dos meses más tarde, el 12 de febrero de 1947, Byrd anunciaba que se había descubierto “un oasis de lagos con agua barrosa, color verde oscuro. Dicha región lacustre, de unos 30 km de ancho por unos 65 de largo, está completamente desprovista de hielo y está situada a corta distancia de la isla de Knox”. En ese momento algo ocurrió. La expedición que tenía previsto permanecer en el “continente helado” como mínimo nueve meses se retiró apresuradamente a las ocho semanas, abandonando inesperadamente la Antártida. En el camino perdieron varios aviones y efectivos.

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